Crisis Económica





El corazón del sistema capitalista imperialista tiembla, y aunque este a miles de Km de distancia, tiene efectos directos sobre nuestra realidad. Entender la crisis no es fácil, y, sin embargo, vale el esfuerzo para comprender por qué nosotros somos los que vamos a pagar los platos rotos... En esta nota te proponemos una serie de ejes para comenzar a entender lo que está sucediendo...

El corazón del sistema capitalista-imperialista mundial sufrió un infarto masivo. En los últimos tres años, Estados Unidos emitió dólares para cubrir su déficit fiscal, y, además, se endeudó como ningún otro país del mundo. Éstas fueron sus dos llaves para entrar a la crisis. En el 2007 comenzó lo que se llamó la "crisis de hipotecas de alto riesgo", que se extendió hasta hacer temblar todo el mercado financiero y las bolsas del mundo. Asistimos a una crisis de "sobreproducción relativa", donde la venta de las mercancías producidas no genera la ganancia esperada por los capitalistas.

LA ECONOMÍA REAL
De golpe, es como si las cosas ya no sirvieran. Fábricas en todo el mundo dejan de producir a los volúmenes en que lo venían haciendo, y, con ellas, también cae el comercio, la banca y el presupuesto estatal. ¿Y qué es lo que deja al desnudo todo esto?, que en definitiva, en el sistema capitalista tiene como único fin generar ganancias. Lo que es más complicado es el desarrollo que implica ese único fin. El capital se acumula, se reinvierte, y se vuelve a acumular. El trabajo realizado por trabajadores en el pasado, pesa cada vez más en la relación al que se invierte en el presente. Pero es solamente del trabajo presente, no del pasado (en la forma de maquinarias e insumos, cada vez más voluminosos), que los empresarios obtienen ganancia. Cada vez tienen gastos mayores para ganar menos, y cada vez es más difícil que los dueños de los medios de producción ganen plata, lo que potencia la fiebre por ganancias mayores, algo que sólo ofrecen negocios que no tienen ninguna base sólida. O sea, la especulación financiera. Eso es lo que hoy se derrumba: toda la masa de dinero producida por la ganancia del capitalismo, que está siendo invertida en la especulación financiera, ante la crisis de los bancos (fruto del temor a no cobrar hipotecas), se volcó a la especulación en el petróleo y commodities. Un año después, toda esa burbuja (sin asiento en la economía real) estalló, y los precios se derrumbaron.
La crisis presenta un cuadro desesperante: recesión, desempleo, destrucción del capital, baja de salarios, ajustazos y tambores mundiales de guerra. Así se protegen los imperialistas: descargando la crisis sobre los trabajadores, los países dependientes y disputando mercados con otros imperialismos a través de la guerra.

El corazón del sistema capitalista-imperialista mundial sufrió un infarto masivo. En los últimos tres años, Estados Unidos emitió dólares para cubrir su déficit fiscal, y, además, se endeudó como ningún otro país del mundo. Éstas fueron sus dos llaves para entrar a la crisis. En el 2007 comenzó lo que se llamó la "crisis de hipotecas de alto riesgo", que se extendió hasta hacer temblar todo el mercado financiero y las bolsas del mundo. Asistimos a una crisis de "sobreproducción relativa", donde la venta de las mercancías producidas no genera la ganancia esperada por los capitalistas.

EN ARGENTINA...

Nuestro país no tiene una economía autosuficiente; somos dependientes. Lo fundamental de nuestra producción está en manos de capitales extranjeros, que se han adueñado de ramas claves, como son la mayoría de los servicios, el petróleo y el gas, y la comercialización de granos. El Estado está endeudado con capitales de países imperialistas. Los pagos de esa deuda ilegítima condicionan todo el presupuesto público. Nuestra inserción comercial en el mundo se da por la venta de productos primarios. La venta de estos productos ha estado históricamente ligada al desempeño de la economía mundial, y en nuestros días, concretamente al de la superpotencia imperialista más expansiva: China.
Nuestras exportaciones están a
tadas a China, una locomotora basada en la explotación de los trabajadores, un emporio manufacturero que no para de crecer. Este crecimiento ha incrementado su demanda de oleaginosas también a altas tasas. ¿Qué va a ocurrir con el precio de las principales exportaciones argentinas si la debacle norteamericana fuerza una recesión en China, ya que los yanquis son sus grandes compradores?. Cientos de localidades en Argentina, y principalmente la nuestra, Santa Fe, han crecido al compás de los ingresos chacareros (no los de los terratenientes y grandes capitales agrarios: esos no compran ni la yerba en los pueblos). Sin duda, una fuerte caída en los precios los hará entrar en crisis. Las grandes caídas en soja ya registradas (en estos días se volvió a los precios 2005) genera un agujero grotesco en las cuentas del gobierno.
Por otra parte, la nación con la que más relaciones comerciales tiene nuestro país es Brasil, una de las primeras víctimas de la crisis. Devaluó su moneda cerca de un 40%, lo que constituye un dato calamitoso para Argentina.
En momento de crisis, se actúa movido por su propia lógica: cesan toda inversión, extreman su repatriación de utilidades, etc., agravando el problema.

¿QUIÉN PAGA LOS PLATOS ROTOS???....

Los precios de las principales materias primas (derivados de la soja) que exporta nuestro país valen cada vez menos. Como se expresa en el proyecto de presupuesto 2009, los ingresos de la Administración Nacional dependen cada vez más de la retención a las exportaciones, que provienen en su mayoría de productos derivados de la soja.
Restados los gastos de los ingresos, el gobierno nacional estima que le quedarán unos $33.000 millones, siempre y cuando la soja esté a 400 dólares. ¿Qué piensa hacer con ese dinero que “sobra” el Gobierno Nacional? Por el momento no está asignado ni a pago de jubilaciones, educación, construcción de vivienda, planes de empleo, becas escolares o construcción de escuelas.
Cristina Kirchner paga la deuda externa. Además de los $25.000 millones de intereses, el gobierno tiene que ponerse con $45.000 millones en amortizaciones de capital. Pero el superávit fiscal no alcanza para pagar esos vencimientos que suman $70.000 millones. Así, el pago de la deuda vuelve a condicionar y subordinar todas las acciones del gobierno. Cristina Kirchner, derrotada por la rebelión agraria y la medida que quisieron imponer para incrementar los ingresos, sumad
o a las dificultades para obtener préstamos. Pero nada alcanza, y el discurso K de la distribución del ingreso se reemplazó descaradamente por una política de seducción a los capitales internacionales (por ejemplo, el pago al Club de París) para no caer en un nuevo default de la deuda pública.
Querer mantener el superávit fiscal en un marco de caída de los ingresos públicos, implica contener el gasto, agravando aún más las consecuencias que traerá la crisis en las condiciones de vida del pueblo. Mientras los líderes de las potencias imperialistas se ponen de acuerdo para atenuar los efectos de la crisis, el Gobierno K aplica la misma receta de ajuste fiscal que se llevo puesto a De la Rúa.

Resulta decisivo redoblar la lucha para que no se descargue los costos de la crisis sobre los que menos tienen. La rebelión agraria demostró que es posible frenar los intentos fiscalistas del gobierno para pagar como sea la deuda pública; hubo grandes movilizaciones de estudiantes secundarios que no se resignan a dejar los estudios por falta de becas o boletos; sigue la lucha de los maestros y sectores de salud reclamando mayor presupuesto.




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